Pero el hombre no está solo, sino que está rodeado de otros seres que también gozan de la misma libertad. Este hecho es fundamental para entender que la libertad del hombre no puede ser ilimitada, porque la existencia de otros hombres libres como él se lo impide.
El impedimento es sólo una cuestión de supervivencia, porque si un hombre hace lo que quiere sin tener en cuenta que puede afectar a otro con su accionar, está autorizando al otro a hacer lo mismo; y de esa manera peligra también su propia existencia.
Pero el caso es que el libre albedrío no sólo está limitado por el otro sino que también está condicionado por la ley de la causalidad.
Esta ley no se puede ignorar porque funciona inexorablemente. Cada acción tiene una consecuencia que no necesariamente se manifestará de inmediato sino que se hará efectiva en algún momento, acentuada gracias a la propiedad que tienen los actos relacionados para combinarse entre si y formar un hecho aún más complejo.
Esta afirmación se apoya en la Ley de la Entropía que postula que todos los sistemas en la naturaleza tienden a transformarse con el tiempo de un estado ordenado a un estado desordenado e irreversible.
En este sentido se puede justificar la filosofía Taoísta de la importancia de la inacción para evitar los efectos, porque el
Esta afirmación se apoya en la Ley de la Entropía que postula que todos los sistemas en la naturaleza tienden a transformarse con el tiempo de un estado ordenado a un estado desordenado e irreversible.
En este sentido se puede justificar la filosofía Taoísta de la importancia de la inacción para evitar los efectos, porque el
No hay comentarios:
Publicar un comentario