La mayoría está acostumbrada a las soluciones rápidas y más fáciles y a los resultados pequeños, porque lo que más cuesta es pensar en grande. Muy pocos están dispuestos a emprender un proceso largo que implique mayores esfuerzos aunque la perspectiva sea más amplia. Vivimos en la inmediatez para obtener satisfacción al instante, y no son muchos los que se atreven a pensar a largo plazo.
Muchos deberían preguntarse cuántos proyectos que hayan tenido podrían haber hecho realidad y sin embargo no los iniciaron por muchos motivos. Los fueron postergando para más adelante y mientras tanto permanecieron tranquilos, viendo pasar el tiempo y la vida a su lado, sólo como observadores pasivos que para mantener el equilibrio y no caer en una depresión adjudicaron su inacción al destino.
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