domingo, 28 de septiembre de 2008

La Adolescencia Normal

La conducta de los padres influye poderosamente en los hijos. No pueden de ninguna manera predicar una cosa y hacer otra. Los hijos aprenden del ejemplo, jamás de los consejos y si los padres pierden la coherencia y hacen lo opuesto, pierden también la autoridad para exigirles otra cosa.
Un padre o una madre están siempre dando examen frente a los hijos que si tienen un buen desarrollo y una buena continencia no solo se identificarán con sus padres sino que querrán ser mejores que ellos.
Los hijos bien criados siempre los superan y ese proceso hay que favorecerlo y no proceder a competir con ellos. El paso al costado es algo que nadie quiere hacer porque no se quiere reconocer que cuando termina una etapa en esta vida es para comenzar algo nuevo.

Ninguna etapa de la vida es mejor que otra, solamente es diferente, y naturalmente tendremos las satisfacciones y obligaciones que cada etapa impone si sabemos vivirlas con dignidad a todas ellas.

El adolescente también tiene que hacer el duelo por el niño que ha dejado de ser y atreverse a ser adulto. Mientras tanto, pasa por un estado de transición que no es ninguno de los dos y hay que ayudarlo. Ni tratarlo como un niño ni como un adulto. Tener la fuerza suficiente como para tratarlo como lo que es, un adolescente en una etapa difícil de crecimiento y cambios.

Las agresiones y los gritos nunca reportan ningún beneficio, al contrario deterioran la relación e interrumpen la comunicación. El diálogo persuasivo es el mejor camino para llegar hasta él, y aunque parezca inútil lo esencial queda y se les graba en la memoria porque está relacionado con el afecto

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