domingo, 28 de septiembre de 2008

La Lectura

La lectura es uno de los mejores hábitos que existen y que hay que fomentar en los niños y en los jóvenes.
Los libros nos sirven para conocernos mejor a nosotros mismos. Encontramos proyectados en las narraciones de los libros nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras dudas y por lo general nos sentimos identificados siempre con alguno de los personajes, brindándonos la oportunidad de vivir otras vidas y ensayar la propia.
Nuestra imaginación es capaz de recrear situaciones, escenas, rostros, estados emocionales con toda fidelidad a través de una buena lectura.
El proceso mental que requiere la lectura es más exigente que el ver proyectada esas mismas imágenes en el cine o en la televisión, donde todo aparece masticado y digerido y donde prevalece más la espectacularidad que el contenido.
Emmanuel Kant, (1724-1804) famoso filósofo nacido en un pequeño pueblo de Alemania, llegó a ser una celebridad por su extraordinaria lucidez de pensamiento, sin embargo era un hombre muy metódico y rutinario dedicado por completo a su trabajo.
La gente del lugar lo conocía porque pasaba todos los días a la misma hora para ir a la Universidad a dar clases; y era tan puntual que verlo a él era lo mismo que consultar el reloj.
Era un lector muy minucioso y un afamado escritor de ensayos filosóficos. Su libro “Crítica de la razón pura” lo hizo famoso, y aunque nunca dejó su tierra natal, podía describir cualquier país con todo detalle, como si hubiera vivido allí muchos años.
La lectura, además de transmitir conceptos, o historias, nos emociona y muchas veces nos inspira. Ese libro, el que nos llegó al corazón, es el que seguramente recomendaremos y no olvidaremos y hasta nos puede cambiar la vida.
Por otra parte, el acto de leer incrementa el vocabulario, mejora la ortografía, aumenta la información, perfecciona la manera de hablar y estimula la imaginación
Leer tiene que ser un placer y no una obligación. Es inútil querer inculcar a alguien que nunca leyó un libro la satisfacción por la lectura, sencillamente porque no le gusta, no le interesa y puede tener preferencias por otras actividades que un buen lector puede desconocer totalmente, como los deportes, la música, o el teatro.
Solamente se puede transmitir el placer que uno siente al leer e introducir a la gente en el mundo de los libros dándole la oportunidad de elegir lo que les gusta.
Lamentablemente, el sistema educativo tanto primario como secundario exige la lectura de determinados libros con carácter obligatorio, a veces escritos en castellano antiguo, que son verdaderas torturas para los lectores novatos.
Esta experiencia devastadora termina con las buenas intenciones de cualquiera y convierte en remota la posibilidad de fomentar el hábito de la lectura en los jóvenes.
Sin embargo, es necesario que sepan que eso no es todo, que existen libros maravillosos dignos de leer, que pueden lograr incorporarse a nosotros y transformarnos.

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