La contaminación radiactiva en alimentos se produce por la adsorción de radionucleidos desde el suelo o por su deposición en las plantas desde la atmósfera
Las radiaciones de origen natural, por lo general poco intensas, se considera que tienen escasa capacidad para alterar la estructura de un alimento. El aumento de radiaciones de origen antropogénico, sin embargo, está llevando a los expertos a incorporarlas a sus campos de estudio para determinar hasta qué punto pueden ser nocivas.
El Código Alimentario define como alimento contaminado «todo alimento que contenga gérmenes patógenos, sustancias químicas o radiactivas, toxinas o parásitos, capaces de transmitir o provocar enfermedades a las personas o a los animales».
A los contaminantes biológicos se suma ahora un interés especial por los químicos, tanto entre la comunidad científica como entre los consumidores, por su influencia en la aparición de un número creciente de enfermedades, como las alteraciones del sistema inmunológico o la infertilidad.
La preocupación y sensibilización respecto al progresivo deterioro del entorno también incide de manera negativa en la percepción de la naturaleza saludable de las materias primas que se consumen y que proceden de la tierra o el mar. Y aunque en el ámbito divulgativo se habla mucho sobre ambos temas, contaminación biológica y química, hay un punto en la definición sobre el que se profundiza poco: la contaminación radioactiva.
Un 70% de la exposición humana a radiación procede de fuentes naturales.
LA RADIACTIVIDAD
La radiactividad es una propiedad natural que poseen algunos algunos elementos químicos. En esencia, consiste en la capacidad de estos elementos para emitir partículas u ondas electromagnéticas. Esta propiedad se debe a la existencia de una descompensación entre el número de neutrones (partículas elementales neutras) y de protones (ídem positivas) del núcleo del átomo, que provoca una inestabilidad y una liberación de la energía acumulada en forma de partículas u ondas.
La radiactividad natural está provocada por elementos que emiten radiaciones de forma espontánea, como es el caso del uranio, el torio o el radón, entre otros. Los radionucleidos son nucleidos radiactivos, y un nucleido es una especie atómica, es decir, un conjunto de átomos iguales, caracterizado por el número de protones y neutrones que posee.
Los radioisótopos, por otro lado, son isótopos radiactivos, y un isótopo es cada uno de los distintos nucleidos que tienen el mismo número atómico (número de protones) y, por tanto, pertenecen al mismo elemento químico, pero que difieren entre sí en el número de neutrones, según define el Consejo de Seguridad Nuclear.
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