Hace algún tiempo hablaba con un gerente de un conocido servicio de atención telefónica al cliente, que me dijo algo sorprendente: El Perú tiene el mejor acento hablado de Latinoamérica, pero los centros de atención al cliente hispanos generalmente escogen a Argentina para sentar sus bases. ¿Porqué? Porque el nivel cultural del argentino promedio es inmensamente superior al promedio peruano. Por eso, cuando marcamos un número de servicio de atención al cliente en Perú generalmente nos contesta alguien con acento argentino (a veces también colombiano y chileno).
Esta marcada diferencia cultural se debe al deficiente sistema educativo del Perú. El problema reside en que este es solamente un síntoma de un problema peor. A fin de cuentas, el desarrollo de un país depende de su gente y , si tenemos gente con educación deficiente, no podemos esperar de ellos un desarrollo que vaya más allá de sus capacidades.
La pregunta que debe rondar la mente de cualquiera que lea esto es: ¿Porqué no mejora la educación en el Perú? La respuesta es muy simple: Interés Político.
Pensemos un poco. ¿Qué se necesitaría para mejorar la educación en el país? Habría que generar una serie de metas de aprendizaje consideradas como mínimas para ser competitivo en el actual ámbito global, tendríamos que modificar la curricula, capacitar a los profesores, comprar textos nuevos y general un sistema de monitoreo y seguimiento de los resultados (si, me refiero a exámenes en los colegios públicos todos los años para asegurarnos de que se avanza hacia las metas de aprendizaje generadas). Todo esto cuesta plata, así es que el gobierno tendría que hacer una inversión fuerte en restructurar y revitalizar el sistema educativo nacional.
Ahora, ¿en cuánto tiempo veríamos los resultados? Son cerca de doce años lo que toma terminar el colegio, así es que los primeros graduados bajo el nuevo sistema saldrían recién en doce años, pero para que el efecto se sienta en el país se necesitaría más de una promoción de graduados bajo el nuevo sistema. Siendo optimistas, el efecto probablemente recién se vería reflejado en el país en unos veinte años.
¿Cuánto dura un período presidencial? Cinco años. ¿Entienden el problema? ¿Para qué invertir toda esa plata en un programa que va ha favorecer políticamente a otro presidente en veinte años? Visto como una inversión, el retorno político de una mejora en educación es cero. En realidad es peor que cero, ya que no sabemos quien estará en el poder en veinte años y, sin saberlo, podría beneficar a un futuro opositor.
Obviamente, se obtiene mucho más crédito político si gastamos el dinero de los contribuyentes en subsidios y dádivas del estado. No solucionamos nada, pero, a lo mejor, conseguimos que voten por nosotros en la próxima elección.
El primer paso para hacer de este país una gran nación, pasa por la debida educación de su juventud.
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