La más mágica de las expresiones relacionadas con el universo de la ópera, el bel canto, significa literalmente 'bello canto'. La esencia del bel canto llegó a su culmen durante las tres primeras décadas del siglo XIX, con cantantes que poseían una tesitura, una virtuosidad y una expresividad por las que no tardaron en entrar en el mundo de la leyenda. Estos extraordinarios intérpretes eran las 'rockstars' de su época y provocaban el delirio de los espectadores a donde quiera que iban y actuaban.
Por suerte, el bel canto se impone también hoy en los escenarios, sobre todo gracias a la contribución de Juan Diego Flórez. Durante los diez últimos años, el tenor peruano ha seducido a la crítica y al público de todo el mundo gracias a sus proezas técnicas y a una seguridad estilística probablemente equivalentes a las de los mejores tenores que se podían escuchar hace 50 años. Su extraordinaria vocalidad, junto a su irresistible presencia escénica, condujo a los grandes teatros líricos a reponer numerosas obras escasamente interpretadas.
Juan Diego Flórez ha alcanzado una etapa de su carrera en la que puede permitirse el lujo de invitar a eminentes colegas suyos a grabar con él. Este tipo de iniciativa es relativamente habitual en la música popular, pero, en cambio, es raro o, incluso, inédito, entre las estrellas de la ópera de este calibre. Así lo ha hecho para 'Bel Canto Spectacular', su nuevo disco. «Elegí a aquellos a los que quería invitar. Son todos amigos míos con los que ya había actuado antes. Les llamé e intenté convencerlos. No fue fácil hacer coincidir las agendas. De ahí que sea una suerte que hayan podido formar parte de esta aventura».
Esta iniciativa viene a confirmar, por si fuese necesario, la supremacía del tenor peruano en el repertorio. Pero, ¿qué es, para él, el bel canto? «Ante todo, un canto ligado, es decir elegantemente homogéneo. Eso es muy importante. Así como la agilidad y los agudos, que son omnipresentes en el bel canto, sobre todo para el tenor y la soprano. Mucha expresividad, también, porque la orquestación no reúne demasiados efectos dramáticos para apoyarnos. Todo reposa sobre nosotros. Y, por último, la comunicación, el mensaje que hay que hacer pasar».
El bel canto experimentó su apogeo con la música de una virtuosidad extraordinaria de Gioachino Rossini, el estilo elegante y modulado de Vincenzo Bellini y la urgencia teatral de Gaetano Donizetti. Mencionar a estos tres compositores es aludir a los gigantes del bel canto, todos ellos esenciales en la carrera de Flórez. A pesar de que el tenor tienda a subrayar que el término de gigante se le puede aplicar a todo lo que se remonta a la época de las óperas de Haendel.
Fuente: diario El Mundo de España – www.elmundo.es
Por suerte, el bel canto se impone también hoy en los escenarios, sobre todo gracias a la contribución de Juan Diego Flórez. Durante los diez últimos años, el tenor peruano ha seducido a la crítica y al público de todo el mundo gracias a sus proezas técnicas y a una seguridad estilística probablemente equivalentes a las de los mejores tenores que se podían escuchar hace 50 años. Su extraordinaria vocalidad, junto a su irresistible presencia escénica, condujo a los grandes teatros líricos a reponer numerosas obras escasamente interpretadas.
Juan Diego Flórez ha alcanzado una etapa de su carrera en la que puede permitirse el lujo de invitar a eminentes colegas suyos a grabar con él. Este tipo de iniciativa es relativamente habitual en la música popular, pero, en cambio, es raro o, incluso, inédito, entre las estrellas de la ópera de este calibre. Así lo ha hecho para 'Bel Canto Spectacular', su nuevo disco. «Elegí a aquellos a los que quería invitar. Son todos amigos míos con los que ya había actuado antes. Les llamé e intenté convencerlos. No fue fácil hacer coincidir las agendas. De ahí que sea una suerte que hayan podido formar parte de esta aventura».
Esta iniciativa viene a confirmar, por si fuese necesario, la supremacía del tenor peruano en el repertorio. Pero, ¿qué es, para él, el bel canto? «Ante todo, un canto ligado, es decir elegantemente homogéneo. Eso es muy importante. Así como la agilidad y los agudos, que son omnipresentes en el bel canto, sobre todo para el tenor y la soprano. Mucha expresividad, también, porque la orquestación no reúne demasiados efectos dramáticos para apoyarnos. Todo reposa sobre nosotros. Y, por último, la comunicación, el mensaje que hay que hacer pasar».
El bel canto experimentó su apogeo con la música de una virtuosidad extraordinaria de Gioachino Rossini, el estilo elegante y modulado de Vincenzo Bellini y la urgencia teatral de Gaetano Donizetti. Mencionar a estos tres compositores es aludir a los gigantes del bel canto, todos ellos esenciales en la carrera de Flórez. A pesar de que el tenor tienda a subrayar que el término de gigante se le puede aplicar a todo lo que se remonta a la época de las óperas de Haendel.
Fuente: diario El Mundo de España – www.elmundo.es
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