¡HERMANOS! Aquellas personitas que invaden muchas veces nuestra privacidad, que nos molestan tanto que cuántas veces deseamos haber sido hijos únicos. Pero qué aburrido sería si no los tuviéramos.Cuando un niño es hijo único se le tilda de engreído, inmaduro, egoísta, antisocial, solitario, etc, etc, etc. Hoy en día, se sabe que todo ello es falso. Todo depende de la educación que le brinden los padres. Los niños, en principio, socializan con su entorno familiar, pero luego, cuando acuden al centro educativo, se relacionan con otros niños y tienen que lidiar día a día con los problemas y enseñanzas que ello conlleva; por ejemplo, tienen que aprender a compartir, a obedecer, a respetar turnos, a perder y a ganar, a no obtener siempre lo que quieren, entre muchas otras cosas. Lo que sucede muchas veces es que los padres se sienten culpables de no haberle dado hermanos al hijo y creen que se siente solo; y es por eso que tienden a mimarlo o comprarle muchas cosas para compensar esa posible soledad.Sin embargo, tener hermanos es saludable para los niños porque tienen en casa personas de edades contemporáneas con quienes pueden jugar todos los días, pelear, discutir, conversar, solucionar conflictos, planear proyectos, etc. y con los que tienen aspectos en común, así como gustos e intereses. Los hermanos, además, tienen que aprender a compartir lo más querido, como a los padres y a los juguetes (importantes en la infancia). También, los hermanos, a diferencia de los amigos, nunca te abandonarán (exceptuando los casos patológicos o específicos)y siempre estarán a tu lado para apoyarte cuando los necesites. Los hermanos son hermanos para toda la vida.
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